1995 | La era del descontento



Por: Pablo Ramos, egresado y profesor de la ECI.

Revesar: acción del revés, grito que no se agota en sí, que escucha otras voces, que mira hacia otros, que recibe y emite sin fronteras, textos abiertos, arcos tensados desde la reflexión al humor, desde el compromiso al placer. Al revés, cabeza abajo, trastocamos los puntos de vista que nos ofrecen como las mejores panorámicas, y que son sólo espejos para ver un mundo distorsionado según la óptica dominante. Construimos un lugar imposible para observar como lo cotidiano se transforma en una rutina que nos conduce hacia la reproducción de lo mismo. No hay otra posibilidad de revolucionar lo establecido, que cruzar los límites de lo pensable, de lo decible.

Posicionarse del otro lado de lo conocido, abrirse camino más allá de las fronteras que mediocratizan la conciencia, experimentar el sueño en todos los colores, la vigilia en todas las formas, sacar a pasear los fantasmas, los monstruitos entrañables, expulsar las palabras contra los decorados de cartón, caminar el lado salvaje, ser, del revés, para que la tortilla se dé vuelta, para que la vida vuelva a tener ese gusto imposible que nos robaron.

Entonces dijimos: «a tejer hilos sonoros, crear armonías tribales, construir redes parlantes, nudos que irrumpan en el ensordecedor silencio, una onda hertziana que debe ser usada para multiplicar las voces plurales, dispersas, organizadas, críticas, olvidadas, negadas, ahogadas» para hacer lo que decimos y pensamos. En el comienzo fue la radio. Palabras lanzadas como flechas sin destino de blanco, buscando rasgar el horizonte para engendrar la esperanza con la forma del deseo. Silencios apostados entre la duda y la acción. Música sacada de las cañerías del alma. Sonidos conspirando para romper la seguridad acústica del discurso monocorde.

En fin, cruzar cables que anuden personas para tejer redes que alteren el estado pretendidamente natural del mundo. No sabíamos bien cuantos éramos. Nos presentíamos en humildes gestos de inconformismo. Agazapados en letras y músicas que hablaban de esta identidad que es piel de muchos y cárcel de nadie. Nos sospechábamos empujando colosales sueños que cabían en una estrecha coordenada de tiempo y espacio. No sabíamos hacia donde íbamos. Sólo tenía sentido si era diferente al lugar de donde habíamos partido. El motivo que nos conducía a subirnos a ese barco invisible, a navegar sobre un mar de dudas, es que queríamos cambiar el lugar donde vivíamos. Viajar para que ya nada sea lo mismo. Conectarse con otros, para no encerrarnos en nuestros pabellones del miedo, del «me aburro», del «no se puede», del qué dirán. Alternar ceremonias y mítines, noches de alegría con días de furia, corazón y mente, esperanza y compromiso. Alterar las urbes para que generen legiones que revienten lo dado y construyan lo nuevo. La radio estaba en la calle.

La radio se mudó al barrio de los abandonados, caminaba por el boulevard de los sueños rotos, cosquilleaba las veredas de la apatía y se despertaba con cada grito que reclamaba justicia. Cruzábamos sin mapas precisos una ciudad hecha de sonidos. Conjurábamos la noche oscura con fogatas de palabras. El horizonte era un páramo desolador o un sitio donde construir una comunidad de deseos. Estábamos quebrando las reglas de lo posible, para hacer imposible el silencio entre nosotros. Reivindicamos el derecho a decir, antes que seguir otorgando espacios al miedo.

No estamos seguros de ganar, pero si perdíamos sería en el juego que elegimos jugar. Una radio que expresara los latidos del pueblo, un sentir y un pensar que se rehacen día a día, hombre a hombre, cuando la comunicación es un espacio y un tiempo abierto, una identidad compartida, un motor que pulsa las acciones con un sentido liberador. Transitábamos un escenario donde queríamos discutir, dialogar, con los otros que también venimos siendo nosotros. Gente que hablaba por una antena con otra gente. Comunicación popular, universitaria, alternativa, alterativa… Eso que hacemos y que no tiene más nombre que su propio hacerse.

© 2024 40º Aniversario de Ciencias de la Información | Design Theme by: D5 Creation | Powered by: WordPress