1982 | Ingreso restringido
Por: Ana Andrada. Egresada y profesora de la ECI.
El olor a pasto recién cortado y un sol que nos abrazaba, fue la primera impresión al llegar a la Ciudad Universitaria. La pequeña casa al inicio de la Avenida Valparaíso nos marcaría para siempre. Allí debíamos entregar nuestros papeles en forma silenciosa en juego con el gris de sus puertas. Esta era una posibilidad de ingreso, después nos esperaban enero y febrero en un cursado conjunto con aspirantes a otras carreras como Ciencias de la Educación, o Historia. Y luego el examen eliminatorio, y por cupo. La devolución era impersonal. Llegamos esa mañana a ver el listado, todos los que estaban arriba de la línea roja, habían ingresado y el resto debería esperar un año o dejar para siempre la empresa de ser estudiante en la Escuela de Ciencias de la Información. Estos procesos eran dolorosos, algunos lo venían intentando por segunda o tercera vez, pero las pruebas de múltiple opción de historia y filosofía marcaban el devenir estudiantil.
Quizás esta experiencia y los aires que traerían la apertura democrática hizo que muchos de nosotros, ya como estudiantes de la carrera, nos manifestáramos por el ingreso irrestricto. La Escuela nos deparaba un encuentro aun más profundo: el acercarnos con los compañeros que habían sido expulsados y detenidos desaparecidos de la dictadura. Esa amalgama conformaba el “nosotros” cuando se iniciaba la década del ´80. Cuántos aprendizajes dentro y fuera de los espacios áulicos, las calles que se hacían multitud con los reclamos de participación democrática. La realidad de una dictadura que comenzaba a develar su atrocidad, por eso cada momento vivido en la ECI resultaba significativo. Cambios y transformaciones se fueron gestando desde el Centro de Estudiantes del cual formamos parte activa y desde aquella época siempre la Escuela ha sido motor de compromiso con la sociedad. Las nuevas generaciones siguen llenado sus aulas y docentes, estudiantes, no docentes y egresados somos parte constitutiva de la comunidad dela ECI.
La Escuela nos envuelve en su entramado que nos hace defenderla, quererla, sufrirla, disfrutarla y guardar los mejores afectos y amistades que se generaron con la sola excusa de ser Licenciados en Comunicación Social. Por eso siempre bregaremos por unir en la diversidad, por el respeto pluralista, por una academia que siga creciendo, por nuevos estudiantes que guarden la memoria dela ECI, para que siga siendo un espacio de participación democrático, académico y político en la formación de los Comunicadores/ras.